Suavemente te filtras entre las rendijas de la ventana, suave y cálido como sol en la mañana de primavera y tocas mi piel deshidratada. Cierro los ojos fuerte, recuerdo.
No hay imágenes en mi cabeza, por fin he olvidado.
Suave.
Entras y pretendes quedarte, pero no quiero ser tocada por tus rayos de rey sol. Quemarías mi piel y dejarías marcas, imborrables en el tiempo.
Tiempo que se detuvo por tí un segundo, pero que ahora, avanza vertiginoso y descompaginado como huracán desorientado.
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